Deseoso Aníbal de iniciar la guerra contra Roma, al haber formado un enorme ejército, y creerse en condiciones de derrotar fácilmente a los romanos, atacó la ciudad de Sagunto (aliada de Roma), provocando así el inicio de la II Guerra Púnica. Él daba por hecho que sería una victoria fácil, pero necesitó sitiar a la ciudad durante ocho meses para conquistarla. Durante el asedio, los saguntinos se defendieron con heroísmo hispánico haciendo incluso varias salidas contra la cartagineses, hiriendo en una de ellas al propio Aníbal. Los defensores de la ciudad, prefirieron morir todos con sus familias antes que ser esclavos de los cartagineses y perder su independencia y libertad, por lo que en un desesperado ataque se lanzaron contra sus sitiadores y quemaron la ciudad y todos sus enseres.
A partir de este momento, roto el tratado con Roma, Aníbal cruzó el Ebro y luchó contra las diferentes tribus Ibéricas y Celtíberas que se le resistían, y con su gran ejército, compuesto en gran parte de Españoles, la mayoría mercenarios, cruzó los Alpes con su caballería y elefantes (donde perdió la mitad de su ejército) y se presentó en Italia, venciendo a los romanos en las batallas de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas. Cuando se temía la caída de Roma, inexplicablemente se retiró a Capua a descansar y pasar el invierno, lo que dio lugar a que los romanos formaran dos nuevos ejércitos, enviando uno a España y otro a Cartago.
En España, desembarcaron en Ampurias, cortando los abastecimientos que necesitaba Anibal y desde allí bajaron por todo el litoral, conquistando todas las ciudades, con la ayuda de los caudillos iberos Indíbil y Mandonio, reconquistaron Sagunto, hasta llegar a Cartago Nova y conquistarla (210 a de C), con lo que los cartagineses perdieron casi toda su fuerza en el Mediterráneo. La última ciudad española en abandonar por los cartagineses, fue Gadir (Cádiz), precisamente la primera que conquistaron.
En cuanto a Cartago, ante la inminencia de la toma de la ciudad por los romanos, Anibal acudió en defensa de su patria y preparados los dos ejércitos para la lucha, se entrevistaron Anibal y Publio Cornelio Escipión, (llamado el Africano). No habiendo llegado a un acuerdo de paz, al día siguiente tuvo lugar la reñidísima batalla de Zama, en la que vencieron los romanos, ayudados por la traición de Masinisa, rey de los númidas.
Con esta derrota, Cartago quedó para siempre a los pies de Roma y puso fin a la II Guerra Púnica. La tercera y última Guerra Púnica, acabó con la destrucción de Cartago.
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