martes, 13 de agosto de 2013

ABDERRAMÁN Y LA MEZQUITA DE CÓRDOBA



   Durante casi cuarenta años, España fue una provincia del califato de Damasco, gobernado por la dinastía de los Humeyas u Omeyas.  Esta dinastía había gobernado prácticamente desde los tiempos del profeta Mahoma.

   Destronada esta dinastía por la de los Abbasidas, uno de los príncipes de los Humeyas,  Abderramán, consiguió salvar su vida de la gran matanza y después de vagar fugitivo por Asia y África, fue reclamado y traído a España por sus partidarios, desembarcando en Almuñécar. Se desató entre los musulmanes que habitaban en España una cruenta guerra civil, al término de la cual Abderraman se proclamó soberano independiente y fundó lo que más adelante se llamó el califato de Occidente, y tuvo por capital a Córdoba (año 756).

   Durante su reinado se comenzó a construir, sobre el emplazamiento de la iglesia mayor de la capital, la mezquita de Córdoba, uno de los monumentos más importantes y curiosos de Europa que, durante los reinados siguientes  prosiguió su construcción, en la que trabajaron artistas enviados por los emperadores bizantinos. Incluso a finales del siglo X se agregaron algunas partes de la mezquita.
Carlomagno rey franco

   Por aquellas mismas fechas reina en España Fruela I, uno de los sucesores de Don Pelayo y se funda la ciudad de Oviedo alrededor de un monasterio de benedictinos dedicado a San Vicente. Fruela murió violentamente en el 768. Antes había matado él a su hermano Vimarano.

   Durante el reinado de Abderramán I, como los de los sultanes de España durante los siglos VIII y IX, hubo continuas rebeliones y guerras civiles. El gobernador de Barcelona “al Arabi” conocido como “el Eslavo”, enemigo de Abderramán, solicitó ayuda a Carlomagno que se encontraba en Alemania. Carlomagno cruzó los Pirineos con un poderoso ejército y tomó a Pamplona. Cuando se acercaba a Zaragoza tuvo que volver a Alemania por la sublevación de los sajones. En su retirada, su retaguardia fue atacada por los montañeses en Roncesvalles, pereciendo en la refriega el Conde de  la Marca de Bretaña, Roldán, lo que en la Edad Media dio lugar a multitud de leyendas.


   

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