Al morir el rey Recesvinto, los próceres
reunidos en Aula Magna, eligen rey a Wamba, uno de ellos, que había desempeñado
importantes cargos en los reinados anteriores. Debido a su avanzada edad, se
niega a aceptar la corona, pero finalmente es obligado por los magnates que lo
habían elegido. Es consagrado en Toledo por el Obispo Quirico el día uno de
septiembre del 672.
Poco después de hacerse cargo del reino,
tiene que sofocar la rebelión de los vascones y cántabros, pueblos poco
romanizados, de origen incierto, que
habían tenido diversos enfrentamientos con anteriores reyes visigodos puesto
que no aceptaban la idea de estado romana ni goda. Lo consigue en una guerra
relámpago que solo dura tres días. Los cántabros aceptan definitivamente el
estado visigodo, pero lo vascones seguirán insumisos hasta la edad media.
El día uno de noviembre del 673, Wamba promulga
una ley estableciendo obligaciones militares para todos sus súbditos,
incluyendo a los clérigos, quienes
tradicionalmente estaban exentos del servicio de armas. Esta ley tiene su
justificación en el continuo incumplimiento por parte de los súbditos de sus
obligaciones guerreras y económicas, y la creciente expansión árabe en el norte
de África.
La
ley establece que, en caso de ataque al reino, debe acudir la hueste de forma
inmediata, sin esperar la llamada del rey,
aquellas fuerzas que se hallen a menos de 100 millas del enemigo. La
falta de esta asistencia se pena con la pérdida de bienes y cargos, bien sean
laicos o eclesiásticos.
Entre el 674 y 675, 270 naves árabes
desembarcan y toman Algeciras (Julia Traducta), pero gracias a las obligaciones
establecidas en la ley, inmediatamente se enfrenta a ellos y son rechazados,
perdiendo la mayor parte de las tropas de desembarco.
A pesar de su avanzada edad, Wamba no
terminó sus días en el trono, puesto que una conjura dirigida por Ervigio, lo
destronó y le obligó a hacerse monje. Le sucedió en el trono el propio
Ervigio.
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