En el siglo IX, reinando Alfonso el Casto, se descubrió el sepulcro de
Santiago el Mayor, y a su alrededor se formó la ciudad de Compostela.
Durante la batalla de Clavijo en el año 844, reinando Ramiro I, cuentan
que se apareció el apóstol, en el momento álgido de la batalla, sobre un
caballo blanco, con una bandera o estandarte blanco con su cruz bermeja,
haciendo estragos entre las filas musulmanas lo que decantó la batalla a favor
de los cristianos. Desde ese día, las milicias gallegas y leonesas tomaron por
patrón al santo apóstol que, al parecer les dio la victoria en otras muchas
batallas.
Las milicias castellanas adoptaron por patrono a San Millán, santo
riojano del siglo VI nacido en Berceo, que según la leyenda, se apareció en la
batalla de Simancas, el 5 de agosto del 939, decantando la victoria a favor de los
cristianos (el rey Ramiro II de León, Fernán González, conde de Castilla y
García Sancho del reino de Pamplona-Nájera) , contra Abderramán III.
Por su parte los aragoneses y catalanes, adoptaron por patrono a San
Jorge que, según las crónicas, se les apareció en la batalla de Alcoráz en
1096, cerca de Huesca, cuando el rey
aragonés Sancho Ramírez asediaba la ciudad desde el cerro de San Jorge y un
fuerte contingente musulmán acudió en ayuda de los sitiados desde Zaragoza. La
batalla se ganó, aunque costó la vida del rey. Después la ciudad fue tomada por
Pedro I.
Sobre todos estos cultos ha prevalecido el de Santiago, por lo que a
partir de entonces, los soldados españoles entraban en combate al grito de
“Santiago y cierra España”.
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