lunes, 10 de junio de 2013

LA MONARQUÍA VISIGODA


   En su expansión por España, los visigodos tienen que enfrentarse, no solo a los suevos que dominaban la mayor parte, sino también a los romanos del imperio de Oriente que, en un desesperado intento por recuperar su provincia más occidental (Hispania), conquistan todo el Sureste, desde Denia hasta Cádiz.

   Comparten tierras con los hispanorromanos y mantienen o amplían los grandes latifundios, gracias a confiscaciones o multas, pero otros muchos desaparecieron.  Confinan a los suevos al Noroeste y a los bizantinos en el Sur, hasta que en tiempos de Leovigildo queda toda España unida como una sola nación.

   Se constituye pues, una monarquía que, con diversas vicisitudes llegará hasta la muerte de Fernando VII. Esta monarquía hizo de España un estado independiente y soberano, y  dará a los españoles la conciencia y orgullo de serlo, y será esencial para sobrevivir a la  crisis suprema: la invasión musulmana.  Leovigildo fue el primer rey visigodo que uso corona, cetro, manto real  y demás insignias  reales.

  En un principio, los visigodos tenían prohibido contraer matrimonio con los hispanorromanos, y estos últimos eran los únicos que pagaban impuestos. Existían dos legislaciones, una para los vencedores y otra para los vencidos, estaban muy separados por cuestión de raza ,  religión y de leyes, pero todo eso terminó con la publicación del Fuero Juzgo, publicado por el rey Recesvinto, y considerado durante mucho tiempo el Código de Leyes mas perfecto de la antigüedad. Constaba de 12 libros, y en ellos se trataba “la igualdad de todos ante la Ley,  la imparcialidad de los jueces, la prohibición de recomendaciones y sobornos, el matrimonio, las herencias, los contratos, la propiedad etc.”, e incluso las penas que se debían imponer, como multas, azotes, y una muy original que era la de la vergüenza pública que consistía en cortar al reo el pelo al cero y pasearle por las calles montado en un borrico.


   En aquella época, la población visigoda no pasaba de 250.000 individuos y los hispanorromanos eran 9 millones.

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